La crisis económica, el desempleo o los recortes que afectan a la sanidad pública han contribuido a un “aumento alarmante” del número de suicidios en Galicia, según ha denunciado este martes el Movemento Galego da Saúde Mental, integrada por psicólogos y otros profesionales.
Un portavoz de esta asociación aseguró en rueda de prensa que, según los cálculos de un grupo de especialistas, el año pasado hubo en Galicia 390 víctimas de suicidio, lo que representa una tasa de 14 por cada 100.000 habitantes, muy por encima de la media estatal.
Galicia tiene la segunda tasa más elevada de muertos- solo por detrás de Asturias-según datos del según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), que indican que en 2013 hubo un total de 333 muertos, lo que supone una incidencia de 12,3 por cada 100.000 habitantes, cuatro puntos por encima de la media del conjunto de España.
El portavoz de la citada asociación criticó que el INE divulgue los datos con retraso, ya que eso no contribuye a la percepción de la población sobre ese problema, y criticó que pese a la elevada incidencia de los suicidios en Galicia, las autoridades no han tomado las medidas de prevención necesarias que recomienda la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Miguel Anxo García ha subrayado que la tasa de suicidios en Galicia ha ido aumentando en los últimos años pasando de 9,95 por 100.000 habitantes a los 14 de la actualidad, y señaló que la OMS ya ha advertido de la incidencia de ese fenómeno observado desde la crisis de década de 1930 y “sus pronósticos se cumplen a rajatabla”.
García advirtió de que “la cresta de la ola aún no ha llegado” y que todavía podría aumentar el número de personas que decidan acabar con su vida, además de aumentar las enfermedades mentales, debido a la ausencia de medidas de prevención que sitúan a Galicia en “condiciones de sufrir una tormenta perfecta”, sobre lo que apunta que hay informes que indican que la falta de suficiente atención a personas con problemas de salud mental, de políticas activas de empleo, de programas de ayuda a familias con dificultades o la reducción del consumo de alcohol, pero sobre todo a la “falta de programas de prevención de suicidio”.