Unas pocas horas de estudio, algunos hasta te regalan una camilla, pagas un módico precio y ya puedes montar tu propia clínica. En los tiempos que corren, suena muy tentador abrir un negocio de masajes, y por eso, en los últimos días invaden la ciudad de Vigo cientos de carteles diferentes anunciando cursos de masajes para una posible salida laboral. Ninguno informa de que, en realidad, los únicos profesionales que existen en nuestro país para la práctica reglada del masaje son los fisioterapeutas y los Técnicos Superiores de Estética. Éstos últimos sólo pueden ejercerlo para encaminarlo a tratamientos de belleza. El resto de los títulos no está homologado en España y, por tanto, el certificado que otorgan no habilita a nadie para abrir una clínica y, mucho menos, tratar lesiones.
Bajo la premisa de la Estética se esconden la mayoría de los centros ilegales. De hecho, la Consellería de Sanidade tiene difícil hacer inspecciones en estos centros porque no están inscritos como actividad sanitaria, sino que en el campo de la belleza aunque luego se extralimiten en sus funciones. Sin embargo, Sanidade actúa ante cualquier denuncia. Muchas de ellas son interpuestas por el Colegio de Fisioterapeutas (ponen unas 30 querellas por año, la mayoría en Vigo) que calcula que frente a los 1.200 colegiados hay otros mil que actúan clandestinamente. Estos últimos han inventado un manantial de recursos lingüísticos para escapar de la ley (parasaniatario, quiropráctico…) y el COFIGA los ha denunciado ya.
La osteopatía, quiropráctica, acupuntura y demás técnicas sólo las pueden ejercer profesionales sanitarios como médicos o fisioterapeutas.
Los cursos duran 11 meses o menos y empiezan entre septiembre u octubre. Su duración oscila entre las 200 y las 500 horas. Sin embargo, un fisioterapeuta acude a más de 6.000 horas de clase durante 3 años.
¿Cómo ir a un centro legal?
Ante cualquier dolor, acude a un médico y, con un diagnóstico en la mano y bajo su recomendación, vete al ‘fisio’. Éste debe tener colgado en la clínica su título y número de colegiado. Exige siempre la factura, es la clave ante cualquier reclamación. Ponte siempre en buenas manos.