Frank llegó a los Estados Unidos a los 16 años y no sabía hablar inglés. Sin embargo, comenzó una carrera que lo convertiría en un astronauta de elite. Caldeiro fue el primer gallego en entrenar para un vuelo espacial, pero nunca lo hizo: fue elegido por la Nasa en 1991 donde se especializó en las áreas de criogenia y propulsión en el Centro Espacial Kennedy.
Trabajó en más de 50 misiones de transbordador antes de que la Nasa lo seleccionase como astronauta en 1996. Su gran oportunidad 2003, cuando la agencia espacial norteamericana había decidido enviar una nave a la estación internacional Alfa en cuyo interior el viajaría, pero, lamentablemente, no pudo ser. Hace cuatro años me aseguraba que aún tenía esperanzas de entrar en una de las tripulaciones del transbordador espacial “aunque no son muchas, no te creas”, bromeaba.
Frank, que conocía Galicia, recordaba con especial cariño lo que le habían contado de sus abuelos “los gallegos somos casi universales, se puede encontrar uno allá donde vayas, fíjate hasta en la NASA” reía.
Frank, que en la actualidad era responsable de la Operaciones de la Oficina de Astronautas de la NASA, vivía en Houston donde deja mujer y dos hijos.