Sesenta y dos años después de su muerte, amigos del Mahatma Ghandi han conmemorado el fallecimiento del líder revolucionario indio esparciendo parte de sus cenizas en la costa de Sudáfrica, en una ceremonia a la que asistieron más de dos centenares de personas.
Los restos mortales incinerados de Ghandi fueron repartidos tras su muerte entre amigos y familiares. Siguiendo la tradición hindú, la mayor parte de sus cenizas fueron echadas al mar tras su asesinato en 1948, pero varios amigos del Mahatma conservan todavía parte de las mismas, entre ellos Vilas Mehta, anfitriona de la ceremonia de este sábado, celebrada en Durban.
Entre los asistentes a la despedida se encontraba la nieta de Ghandi, Ela Gandhi, una de las más respetadas activistas de Sudáfrica, quien defendió, más de medio siglo después de la muerte de su abuelo, su política de resistencia no violenta. “Creo que uno de los mensaje más importantes que ha dejado tras su muerte es que la intolerancia persiste en el mundo, desde la religión, desde la raza, desde la etnia, la clase y la casta. Y todas esas intolerancias terminan en violencia“, declaró a BBC.
Las cenizas que esparció Mehta son las mismas que fueron entregadas a la nuera de Gandhi en su lecho de muerte para “mantenerlas a salvo“. A su fallecimiento, los restos del líder indio, que reposaban en un receptáculo de plata, volvieron a Mehta el año pasado. “Y empezamos a pensar: ¿Qué hacemos con ellas?”, explicó Vilas, quien finalmente decidió repartirlas en el océano Indico.