Miles de personas abarrotaron este fin de semana las calles de Baiona, que volvió al siglo XV para celebrar la fiesta medieval de la Arribada. Mercado, artesanos de antaño, mercaderes, damas y caballeros, bufones, malabares… todo para recrear lo más fielmente posible la llegada a la villa de la carabela La Pinta tras el descubrimiento de América hace 518 años.
La ciudad viajó por el túnel del tiempo gracias al atrezzo, a exposiciones etnográficas, conciertos, magia, tiro con arco, torneo de justas, cetrería, esgrima, danzas y, sobre todo, la escenificación en vivo del desembarco de Martín Alonso Pinzón en la playa al pie de las murallas por décimocuarto año consecutivo. Miles de personas viajaron hasta la villa real para no perderse ni un detalle de la programación que arrancó ayer a las 9 y media de la mañana con los disparos de los cañones de la fortaleza.
Vestirse para la ocasión tiene premio: acceder de forma gratuita a lugares reservados, como la réplica de la Pinta o el recinto amurallado del Monte Boi, y participar en atracciones como juegos de época o tiro con arco. A la hora de comer, se puede optar por alguno de los numerosos restaurantes, mesones y bares de la villa o por los más de doscientos cincuenta puestos callejeros del Real Mercado Medieval, atendidos por personas vestidas de época, donde no existen manteles de plástico ni de papel, y la vajilla y la cubertería son de madera, barro o hierro, todo en concordancia con la sociedad del siglo XV.
