25.000 millones de euros. Es lo que desembolsarán los 16 gobernantes de los países de la zona euro tras el pacto entre Francia y Alemania para acudir al rescate financiero de Grecia si se agravan sus problemas de endeudamiento. Será a través de préstamos bilaterales voluntarios de los países de la zona euro y de una aportación sustancial del Fondo Monetario Internacional.
La canciller alemana, Angela Merkel, se resistía a aprobar el plan de salvamento, aunque consiguió imponer sus condiciones en una reunión previa a la cumbre de la Unión Europea con el presidente francés, Nicolas Sarkozy. La alemana ha forzado la contribución del FMI con hasta 10.000 millones de euros, algo mal visto por el resto de los países de la eurozona, y ha conseguido que la decisión de activar el plan debe estar consensuada por unanimidad. Las ayudas sólo se liberarán en el caso extremo de que Grecia no pueda conseguir fondos en los mercados y con tipos de interés sin subvención, no por debajo del 6 por ciento como se manejaba en un principio.
Para evitar que problemas como los del gobierno griego se vuelvan a repetir, se creará un grupo de expertos con representantes de gobiernos, comisión y Banco Central Europeo para endurecer las sanciones futuras contra los países que superen los límites de déficit y deuda. Se podría incluso pensar en la expulsión de la zona euro a los estados que no cumplan las normas.
Pese a nuestros problemas económicos, se calcula que España aportará unos 2.000 millones de euros, lo que supondría un 12,5% en la contribución ya que los países de fuera de la zona euro no acudirán en un principio al rescate de los griegos. Los préstamos contarán como deuda, no como déficit.
Con un déficit público del 12,7 por ciento del Producto Interior Bruto cuando el Pacto de Estabilidad sólo permite un 3 por ciento, en la cumbre europea en Bruselas sólo cruzan los dedos para que la crisis griega no se convierta en un tsunami que afecte a España o Portugal. El Gobierno heleno se ha comprometido a tener la situación controlada antes de 2012 a base de fuertes e impopulares medidas de austeridad.