Algo más de cinco meses. Eso es lo que ha durado el pavimento de la Porta do Sol desde que el vicepresidente tercero del Gobierno, Manuel Chaves, inaugurase su humanización el 2 de diciembre pasado. El suelo de pavés que se había colocado, según aseguró el teniente de alcalde “para mejorar la seguridad vial”, ha cedido bajo el peso de los autobuses y, en ante las narices del Sireno, en Elduayen, donde se han colocado varios parches en forma de placas de metal, y en el Paseo de Alfonso, junto al Olivo, ya hay agujeros que notan los coches, pero especialmente las motos.
El 31 de octubre los comerciantes y hosteleros de la zona denunciaron que la misma parte que ha cedido ahora se estaba hundiendo y que era la tercera vez que se cambiaba el adoquinado, algo de lo que ya habían advertido el 8 de septiembre, tal y como informó vigoalminuto. En aquella fecha los adoquines cercanos al paso de cebra se combaron más de 4 centímetros a causa de la vibración producida por los autobuses, lo que obligó a deshacer todo el trabajo que se había realizado desde agosto y empezar de nuevo.