JOSÉ MANUEL PENA/ En el sector pesquero se dejan oír voces discrepantes sobre lo que podría ser una clara privatización del marisqueo, con la creación de varias empresas particulares que puedan gestionar los recursos sin contar con el propio sector. Y éste quiere tener voz, toda vez que, con las ayudas económicas y técnicas necesarias, podrían rentabilizar mucho mejor sus explotaciones, estableciendo las tallas mínimas, topes, horario de trabajo, vedas… así como la importancia de comercializar directamente las especies que extraen con su propio trabajo.
El sector de la pesca en Galicia lleva dando muestras de una gran capacidad de adaptación en un medio no precisamente estable, principalmente como consecuencia de la escasez de recursos en los caladeros tradicionales y del cambio de actitudes en las pautas de consumo de pescado a nivel nacional y mundial.
Esta adaptación del sector conlleva, en muchas ocasiones, conflictos permanentes entre los diversos sectores productivos y los responsables pesqueros. Una gran cantidad de mariscadores de diferentes Cofradías y Organizaciones de Productores están lanzando mensajes públicos sobre la correcta regulación del sector marisquero que no perjudique a los de siempre…, los propios productores.
Varias décadas han transcurrido desde que la Xunta apostó por la profesionalización del sector pesquero y marisquero en Galicia, pero no se llegó a materializar en la práctica el rendimiento económico y social suficiente. Los mariscadores limpian las playas, siembran la cría, regulan los períodos de veda y vigilan sus concesiones administrativas, mientras tanto la Administración les concede una serie de subvenciones y presta todo tipo de apoyo financiero y técnico. Las discrepancias surgen, en muchas ocasiones, al pretender la Administración imponer la normativa reguladora, sin contemplaciones, mientras tanto los mariscadores se encuentran con dificultades para poder garantizar, con su trabajo, unos ingresos mínimos que llevarse a sus hogares para el sustento familiar.