Ya hay nuevo dios en el Olimpo griego, Dimitrios Salpingidis. El jugador marcó el primer gol de la selección helena en un Mundial, un estreno ante Nigeria (2-1) que da un soplo de aire fresco cuando ya casi estaban haciendo las maletas de regreso a casa. Eso sí, sin todo lo que les robaron a los dos días de estar en Sudáfrica. Y un balón de oxígeno para todos: ganar este partido ha dejado a Argentina sin la clasificación automática y ha abierto juego para que europeos, africanos y asiáticos se metan en la siguiente fase.
Balón, tres cuartos de cancha, protagonista y diferencia numérica, ya que los nigerianos se quedaron con 10 en el campo en la primera parte del partido. Sin apenas emoción en el arranque, salvo el gol de Nigeria en el minuto 14, el partido cambió en el momento en el que Kaite se hizo expulsar tras una agresión a Torosidis.
Un regalo para los griegos. Otto Rehhagel aprovechó la ventaja numerica para sacar del campo a un Papastathopoulos amonestado y meter a un delantero, Samaras, lo que le valió el empate antes de llegar al descanso con un gol histórico que, aunque no fue espectacular, quedará en los anales de la historia del fútbol heleno.
Acostumbrados a contraatacar, los griegos tuvieron que sufrir las embestidas de unos nigerianos que intentaban llegar a la portería contraria. Torosidis acabó de dar la vuelta al partido y firmó la remontada con un potente disparo desde la frontal. Primera victoria, primeros puntos y primeros goles para Grecia en un Mundial. Los helenos respiran mientras Nigeria se ahoga en un grupo en el que a Argentina le llega con el empate en el próximo partido y los africanos se sientan al borde del KO.