Au revoir. Es lo que dirá Francia al Mundial de Sudáfrica, a no ser que la Virgen de Lourdes venga de visita y haga algún milagro. Era la crónica de una vuelta a casa anunciada, ya que los galos sólo sacaron un punto tras el empate a ceros en su encuentro con los uruguayos.
Los de Domenech no supieron espabilar a tiempo. El entrenador estaba desganado, los futbolistas desmotivados y Henry en el banquillo. Parecía que estaban pidiendo a gritos que les dieran de baja en el Mundial, que tenían ganas de volver a casa para parar, pensar y comenzar un nuevo proyecto con nuevas caras. La eliminación no es definitiva, pero a Uruguay y México les llega el empate para darles el empujón definitivo a hacer las maletas, igual que en 2002 tras ser campeones cuatro años antes.
Y en el otro banquillo, un Javier Aguirre que puso a Márquez de pivote para facilitar las carreras de los encargados de desbordar al rival y pasársela a los delanteros. Y un sólo tiro les llegó: era el minuto 44 y Anelka adelantaba a los mexicanos en el marcador. La sentencia llegó cuando dejaron a Hernández, recién fichado por el Manchester, sólo delante de Lloris. No perdonó. Comenzaba la cuesta abajo para Francia.