Nas súas primeiras 24 horas de vida
Leer másPolítica de macarras
CARLOS ALONSO/ Los argumentos de los políticos locales para solucionar nuestros problemas parecen que se reducen al ¡qué gilipollas! que se le oyó ayer a la concejala popular Marían García dirigido al alcalde, después de que éste le retirara la palabra por exceder su turno de intervención, y a lo no menos lamentable intervención de hoy, esta ya previa convocatoria a la prensa y con todos los micrófonos abiertos, de la concelleira de Facenda, Raquel Díaz.
Díaz declaró que si en el Partido Popular hubiese gente seria ,García tendría que haber abandonado la Corporación Municipal por un insulto gravísimo e intolerable en democracia. La responsable de las finanzas municipales, lejos de haberse quedado ahí añadió que ello sería un problema puesto que si esta Marián García tuviese que dimitir por este insulto, detrás tendrían que ir el resto de concejales del PP por sus habituales insultos, mentiras y descalificaciones.
De esta manera, mientras la representante del PP insultaba a la persona que se supone han querido tener en la Alcaldía 72.679 vecinos (los 44.563 que apoyaron al PSdG y los 28.119 que le dieron su confianza al BNG en las Municipales de 2007), Díaz dejó claro que entre los 66.574 que confiaron por el Partido Popular no hay personas serias. Si en el caso de Marián García, que no se ha disculpado, la expresión es vergonzosa y más propia de un taberna que del Pleno de una Corporación, en el de Raquel Díaz, es intolerable, pues está en sus manos la gestión del dinero de todos los vecinos, los que votaron a los partidos que ocupan el Gobierno y los que prefirieron hacerlo por la oposición.
Tendría que aplicarse aquello que el almirante Nimitz decía a sus comandantes “si tienes el mando, manda” y quienes tienen la capacidad de decidir deberían exigir a las concejalas García y Díaz que dejasen su sillón en el Concello por aquello que decía ayer el Valedor do Cidadán: la violación de los derechos de los ciudadanos, porque, al menos, tendremos derecho a que alguien de más nivel que un macarra se ocupe de nuestros problemas, vamos digo yo.