La verdadera marea roja inundó esta tarde las calles de Madrid para que los jugadores de la selección española se crean que han tocado el cielo. Cerca de un millón de personas atestaron las calles de la capital para ver pasar a los campeones del mundo en el autobús descapotable que recorrió la ciudad tras un viaje largo de regreso a casa y las recepciones en el Palacio de Oriente y la Moncloa. Después todo fue euforia desatada… con Reina de nuevo como speaker.
Adiós a las derrotas en octavos, a las frustraciones, injusticias… la Copa del Mundo, la “copita” como la llamó Reina, cinco kilos de oro que ya están en tierras españolas de la mano de Casillas y con todo un equipo detrás que ha marcado un hito. Una selección, un equipo, una piña que han conseguido hacer realidad el sueño de millones de españoles.
Al borde de las 15 horas aterrizaba el avión en Barajas en medio de una gran expectación y con casi 50 grados de diferencia con Sudáfrica, con todos los empleados del aeropuerto recibiendo a los campeones, pidiendo fotos y autógrafos. Un mini baño de masas antes de un merecido descanso para seguir con el reconocimiento y el calor de la afición.
Recepciones oficiales
Primera parada: la Casa Real. El Rey los definió como un ejemplo de nobleza y juego en equipo en una recepción en la que no faltaron ni las infantas, que juguetearon con la Copa mientras Casillas se la acercaba. Después, la Moncloa con el presidente del Gobierno y toda la plana mayor. Fue allí donde Casillas cedió el puesto a Iniesta y le pidió que entregara él mismo a Zapatero una camiseta firmada por todos los miembros del equipo, aunque desbordado por los acontecimientos se le escapó un “si lo sé no marco el gol” entre bromas y risas nerviosas.
Apoteosis
El autobús descapotable los esperaba. Eran ya más de las 7 y media e iban con retraso. En la puerta ya los esperaba Álvaro, el hijo de Vicente del Bosque, con la camiseta que llevaba el nombre de su padre a la espalda y el pago de una promesa: que si España ganaba el Mundial le dejaba ir con los jugadores en el recorrido en el autobús que ponía “Campeones, nada es imposible”.
Y fue ahí cuando llegó el baño de masas, la apoteosis, con miles de personas abarrotando los 8 kilómetros de recorrido que acabaron en la explanada del Puente del Rey, donde los jugadores se subieron al escenario para celebrarlo y donde Reina volvió a ser el alma de la fiesta.
Mucha expectación, muchos cánticos y muchas bandas sonoras de lo que ha sido este mundial que estarán en la memoria de todos los españoles. Atrás queda un mes que arrancó con sufrimiento tras la derrota ante Suiza, la presión de ser señalados como uno de los equipo favoritos, los ataques a la vida personal de los futbolistas… Esto no es un sueño, España lo ha conseguido… La Roja es ‘la reina del mundo’.