Cuando Iker Casillas, emocionado por haber ganado el Mundial de fútbol, le plantó un besó en directo a su novia, la periodista Sara Carbonero, no sabía la alegría que le acababa de dar a Paolo Vasile. Porque si para el resto del mundo ese beso era un símbolo de euforia, de amor, de bocas que callar, para el directivo de Telecinco era un cheque en blanco y unos puntos extras de share.
La cadena de televisión, la única que estaba acreditada para estar en el back stage del partido previo pago de unas tasas de 80 millones de euros, ha llegado a pedir 2 millones de euros a otras cadenas por ceder o vender las imágenes del beso que enterneció a media España. El morbo se paga, y a precio de oro.
La idea, poner un precio prohibitivo para que ninguna otra cadena las emitiese. Incluso llegaron a llamar a Cuatro para pedir que quitaran de su web el vídeo. Un vídeo que por otra parte es uno de los más descargados en Youtube y que a Vasile no le importó que saliera en la portada de muchos diarios españoles o en los periódicos digitales. Eso se llama publicidad. Gratis, por cierto.