“Bienvenido a la Méndez Núñez, el buque más moderno de la Armada Española”. Con estas palabras recibió al vigoalminuto el comandante de la fragata, Manuel Romasanta. Una lancha de la misma nos llevó desde el puerto de la Escuela Naval de Marín al costado de estribor del buque desde donde subimos a bordo por una escalera desde la cual se aprecian mejor que desde ninguna parte los 147 metros de eslora de este buque, botado hace sólo hace 4 años y que es capaza de desplazar 6.000 toneladas de peso, incluído el de los 200 hombres y mujeres que componen su dotación.
La Mendez Núñez, a la que el domingo Vigo entregará su bandera de combate, no tiene nada que ver con sus predecesoras en el nombre: una fragata blindada que navegó entre 1869 y 1888, un crucero ligero que prestó servicio de 1924 a 1963 y un destructor que estuvo en servicio 19 años, de 1973 a 1992. Toda ella se gobierna mediante unos modernos sistemas informáticos y de navegación, especialmente el CSSQT (Combat System Ship Quialification Trials) probado en el Pacífico y que verificó el perfecto sistema de guiado con lanzamientos de misiles contra blancos aéreos y de seguimiento de misiles balísticos y un reformado y desarrollado Sistema de Combate que la han adaptado para cargar misiles Evolved Sea Sparrow (ESSM).
Además de todo ella incorpora estabilizadores que hicieron de la travesía desde Marín a Vigo un paseo en el que, “navegando pegados a la costa marearse no tiene mérito“, nos comenta el segundo comandante, no se nota en absoluto el moviento del mar. La fragata, que tiene en su tripulación a cuatro vigueses y que durante las cuatro horas de singladura, a una velocidad media de 8 nudos, fue guiado por una piloto de la Armada, será una de las atracciones de este fin de semana, pudiendo visitarse desde mañana a partir de las cuatro de la tarde en el Muelle de Transatlánticos, junto con el Juan Sebastián Elcano y el nuevo buque Galicia.
Abordo, guiados por el segundo y un miembro del equipo de comunicaciones de la Armada, descubrimos la cubierta de popa, con un helipuerto para helicópteros de la clase ‘SH-60’, un completo hospital, camarotes dotados con cuarto de baño, preparados para los oficiales, cada dos comparten uno de ellos, suboficiales, 4 en cada uno y marinería que se distribuye en habitáculos de 8 y 12 literas; cuatro 4 ‘trozos’ de emergencia y reparación, equiparables a pequeños parques de bomberos en alerta 24 horas al día en turnos de 3 horas,e integrados por una dotación de 15 hombres (1 oficial, 2 suboficiales y 12 marineros) que se encatgan de comprobar el buen fucnionamiento del barco, de labores de apoyo y asistencia en atraques y desamarres o de asistir en los vuelos y despegue de los helicópteros.
Ese mismo funcionamiento se verifica desde una sala en la que se comprueba la revolución de los motores, así como su ajuste a parámetros de velocidad y guía, coordenadas que se establecen en un puente de mando más parecido a la cabina de un 747 que a la zona de gobierno de un barco. Desde el mismo no sólo se sigue la navegación ajustándose a las cartas naúticas, sino que se controla la profundidad, rumbo, mediante sonar y radar, singladura, con cámaras de infrarrojos, presencia de otros barcos o distancia a la costa, todo lo cual puede seguirse en varias pantallas de ordenador colocadas sobre un ámplio ventanal orientado a proa.
La Méndez Núñez, que carga más de 715.000 litros de combustible, puede navegar a una velocidad de crucero de 24 nudos y, en caso de necesidad puede aumentar su dotación hasta 240 personas, añadiendo a la normal de buque, un estado mayor, un pelotón de infantería de marina y la dotación de un helicóptero, que disponen de todos los servicios, desde cocina, lavandería, comedores de ocio, conexiones telefónicas vía satélite, telelevisión, aseos y duchas que se encargan de garantizar los más de 75.000 litros de agua con los que se llenan los tanques antes de zarpar y los 20.000 que se depuran en el barco.
Este es el buque que esta tarde, pasadas las 8 y después de una complicada maniobra de amarre, atracaba en Vigo, para una visita de dos días en los que el comandante Romasanta espera que los vecinos tengan la ocasión de ver “cómo funciona, a qué se dedica, como trabaja y qué hace un barco de guerra”.
