Acoger sólo tiene una cosa mala: la despedida. Ese día llegará el 28 de agosto. De momento, 66 niños rusos afectados por la radiación de la central nuclear de Chernobyl llevan unos 20 días con sus familias de acogida en Galicia disfrutando de un clima y una alimentación que les repercute directamente en la salud. Según los expertos, dos meses aquí les ayuda a engordar unos tres kilos, crecer unos 3 centímetros y alagar su esperanza de vida dos años. El culpable, además del sol, alimentos como la leche que en su país natal no son fáciles de conseguir.
Y tras 20 días inmersos en la cultura española, aprendiendo el idioma e integrándose, los niños se dieron cita con sus padres y hermanos de corazón para pasar una jornada de entretenimiento todos juntos. Organizada por Ledicia Cativa y celebrada en Santiago, la reunión se convierte en la mejor ocasión para que los mayores compartan dudas y experiencias y para que los pequeños puedan estar durante unas horas con su amiga del alma, su vecina o incluso su hermano.
Sus historias, increíbles. Tienen tanto bagaje como el que puedes adivinar en unos ojos grandes y profundos, asustados en su llegada, sonrientes ahora. Son niños que viven con sus padres biológicos o que proceden de orfanatos o de familias de acogida a las que el estado ruso subvenciona por criar. Pero lejos de dar pena, lo que transmiten es vitalidad, ganas, energía y una capacidad de adaptación digna de supervivientes. Y lo que aportan a sus familias gallegas es único.
¿Te animas a probar?