Los sufridores de esta reprimenda a foro abierto fueron los jugadores de la selección de fútbol de Corea del Norte. El presidente del país, Kim Jong-Il ordenó a los jugadores que comparecieran en el Palacio de la Cultura del Pueblo tras su llegada de Sudáfrica ante 400 funcionarios, atletas y estudiantes mientras un programa de la televisión coreana iba narrando los fallos de cada uno de los futbolistas.
Sólo se salvaron de la quema dos jugadores nacidos en Japón, Jong Tae-Se y Un Yong-Hak, que se libraron de acudir al acto. El peor pasado según los rumores que circulan por el país, el entrenador: además de haber sido expulsado del equipo se especula sobre la posibilidad de que fuera enviado a trabajar en la construcción de una obra en Pyongyang.
Todo porque Corea del Norte se fue al Mundial de Sudáfrica con todos los honores después de 44 años sin participar en esta prueba. Y los coreanos no sólo perdieron todos los partidos, sino que cayeron ante Portugal por un deshonroso 7 a 0.