El calor está matando más moscovitas que nunca. La ciudad, que no está preparada para aguantar las temperaturas de este verano, ya ha superado, desde julio, las máximas conocidas en hasta en 16 ocasiones, lo cual no sólo ha incrementado los golpes de calor sino que ha facilitado una cadena de incendios que han disparado las tasas de contaminación de la capital rusa. Según informan varios digitales europeos, la nube tóxica que se cierne sobre la ciudad ha elevado los niveles de CO2 se hayan situado en un nivel 7 veces superior al permitido lo que ha hecho que las muertes en Moscú hayan pasado de las 380 que son habituales en estas fechas a más de 700. A ello hay que añadir la falta de agua y el efecto de los fuegos que ya han dejado sin hogar a 4.000 personas en toda la región. La situación se agrava por el hacinamiento en los hospitales, la falta de aire acondicionado en los mismos y en las ambulancias, donde el termómetro puede superar los 50 grados, causando el desmayo de médicos y asistentes, las dificultades del tráfico, una súbita complicación en los accesos, la dificultad de desplazamientos en varias partes del área metropolitana y la inadecuada preparación de los edificios y viviendas para unas condiciones atmosféricas como las actuales.