Tardó en abrirse al público, pero ha merecido la pena. Desde su apertura el pasado mes de junio, más de 6.000 personas ya han pasado por el Castillo de Pambre, una rareza gallega: es el único castillo que resistió en pie los ataques de la Revuelta Irmandiña del siglo XVI, en las que el pueblo llano, la baja nobleza y el bajo clero se sublevaron contra los señores de la tierra y se ensañaron con este tipo de fortificaciones por ser símbolos del poder opresor.
Ahora, heredado por los Hermanos Misioneros de los Enfermos Pobres de Vigo todo el mundo puede disfrutar de esta joya histórica por la que ya han pasado también unos 600 peregrinos que hacen el Camino de Santiago y para los que se pone un microbús desde el centro de Palas de Rei.