Para los que les gusta mirar al cielo, durante los próximos meses podrán disfrutar del suave resplandor de Venus. Una imagen que nada hace imaginar que la superficie venusiana es lo suficientemente caliente como para fundir el plomo. La atmósfera del planeta, compuesta en un 96% por dióxido de carbono, es espesa y está llena de vapor con nubes corrosivas de ácido sulfúrico que flotan a través de ella. La superficie es un terreno inhóspito, marcado por cráteres y calderas volcánicas completamente seco.
Y, ahora, un astronauta japonés se aproxima allí. Takeshi Imamura lidera el proyecto Akatsuki, una misión nipona por la que una nave espacial se aproximará a Venus. La nave entrará en órbita el 7 de diciembre de 2010 y su piloto cree que ver de cerca este planeta podría enseñarnos mucho sobre el nuestro: “Tienen la misma masa, están ubicados a la misma distancia del Sol y están compuestos por los mismos elementos básicos, sin embargo son muy distintos y queremos saber por qué”.
Imamura verá los feroces vientos que impulsan las tormentas y nubes de ácido sulfúrico de la atmósfera en una tempestad que circula alrededor de Venus a 350 kilómetros por hora, 60 veces más rápido que la rotación propia del planeta. Y su capa de nubes tiene 20 kilómetros de espesor.
Con este proyecto se girará en torno al ecuador del planeta en una órbita elíptica durante al menos dos años, monitorizando la atmósfera a diferentes altitudes y empleando para ello diversas longitudes de onda (IR, UV y visible). Con esta información y datos adicionales proporcionados por la antena de radio de la nave, los científicos reconstruirán un modelo en 3 dimensiones de la estructura y de la dinámica de la atmósfera.