La justicia británica ha dejado en libertad a Gitta Jarant, de 66 años y a su hija Anke, de 41, después de que intentasen subir a un avión que hacía la ruta Liverpool-Berlin, a su abuelo muerto de 91 años. Según los empleados del aeropuerto John Lennon, el anciano iba sentado en una silla de ruedas, con unas gafas de sol cuando las dos señoras intentaron embarcarlo en un vuelo de Easyjet. Antes de que pudiesen hacerlo fueron retenidas por dos operarios que comprobaron que el señor Curt Jarant, en paz descanse, tenía menos pulso que la momia de Lenin.
Esta misma sospecha la tuvo el taxista que trasladó a las dos mujeres y al anciano hasta la terminal, al que tuvieron que convencer que el don Curt estaba dormido. Precisamente este es el argumento en el que se ha basado el juez para dejar en libertad a Gitta y Anke: la hora de la muerte, que no ha podido ser determinada con exactitud y dado que el hombre llevaba muerto menos de 12 horas, ha establecido que es posible que sea verdad la versión de sus familiares de que el fallecimiento se produjese momentos antes de subir al avión y que ellas no se diesen cuenta.
