“Esta casa es muy tranquila”. Eso debió de decirles el agente inmobiliario cuando enseñaba la casa de Katherine Marco en Notting Hill, al oeste de Londres, a unos compradores que estaban interesados en ella. La cosa no habría ido más allá si no fuese porque la propietaria estaba muerta. El vendedor , convencido de que su clienta se había quedado tranquilamente dormida en el sofá de su sala de estar, fue mostrando el resto de las habitaciones a los posibles compradores y dejó la habitación preferida de la señora Marco para el final.
La sorpresa se produjo cuando Allfort se percató que la buena señora tenía un color amarillentamente sospechoso, “fue entonces cuando supe que algo no iba bien”, aseguró. Por ello, y después de intentar despertarla, sin éxito, llamó a una ambulancia cuyo médico certificó la muerte de Mrs. Marco, una norteamericana que había puesto en venta su vivienda para volver a Nueva Orleans de donde procedía.