Será muy complicado que vaya a recogerlo, pero la academia sueca acaba de concederle el Premio Nobel de la Paz. El activista chino Liu Xiaobo tendrá que celebrar el galardón con sus compañeros de la prisión, donde se encuentra cumpliendo una condena de 11 años por firmar la ‘Carta 08’ con la que pedir democracia para los 1.400 millones de compatriotas. A sus 54 años, acaba de empezar a cumplir una pena por la última acción de un veterano disidente que comenzó a fraguarse en las manifestaciones de Tiananmen en 1989.
Su nominación, considerada a nivel internacional ‘valiente’ al haber ignorado la Academia las presiones de Pekín, podría suponer un conflicto diplomático después de que el Gobierno chino hubiera amenazado con que la elección de Xiaobo dañaría las relaciones entre suecos y chinos y que ya se resintió tras el galardón al Dalai Lama en 1989.
Uno de los pocos intelectuales chinos que se ha atrevido a criticar el trato que los tibetanos reciben por parte del Gobierno de Pekín, su efectividad disidente se basa sobre todo en evitar el enfrentamiento directo y las movilizaciones sociales y abogar por el cambio de las leyes. Algo que quedándose en China le ha costado la libertad.
La familia del activista espera que este premio, galardonado con 10 millones de coronas suecas, sirva para conseguir que Xiaobo salga de la cárcel, además de mejorar el trato que recibe en prisión. Liu ha soportado estancias en la cárcel, condenas en campos de reeducación, pérdida de puestos de trabajo y el seguimiento exhaustivo de sus actividades cuando estaba en la calle, algo que no le ha hecho cambiar de idea ni rebajar sus reivindicaciones.