¿Te imaginas viajar a China desde la otra punta de Europa sin tener que hacer trasbordos, sin facturar maletas? ¿O sin tener que coger un avión? Eso es lo que planea el Gobierno chino, que quiere crear un red ferroviaria de 120.000 kilómetros que esté lista para 2020 y que sea la más rápida del mundo. La inversión, con demasiados ceros: un quintillón de dólares.
Sería un tren de alta velocidad que iría desde Beijing hasta Londres en un trayecto de dos días y cruzando la India, Pakistán, Turquía y Europa Central para llegar al Eurotúnel. Supondría una línea que cruzara 17 países, la infraestructura más grande del mundo. Y China quiere encargarse de su construcción, abonando lo que cueste. ¿El motivo? Negociar intercambio de recursos naturales con los países, como el litio.
Los problemas a los que se enfrentan no son sólo de costes: mantener la calidad de las vías con distancias tan largas supondría un gran esfuerzo, además de costes reales para el pasajero o las barreras políticas. De momento, para irnos haciendo una idea, los trenes de alta velocidad chinos alcanzan los 350 kilómetros por hora.