Nadie apostaba ni un céntimo por que la nueva ministra de Exteriores, Trinidad Jiménez, consiguiera hacer mover ni un ápice la opinión de la Unión Europea sobre la situación de Cuba. Pero lo ha conseguido: Bruselas da hoy su primer paso hacia la isla de Castro y negociar hasta final de año con La Habana la posibilidad de un acuerdo de cooperación comercial y política como los que hay en otros países de América Latina. La razón: compensar la liberación de una cuarentena de presos políticos.
Sin embargo, no moverá su postura sobre la Posición Común sobre Cuba, marcada hace 14 años y que pide una transición democrática que dialogue con la disidencia que tanto molesta al gobierno antes de Fidel, ahora de Raúl Castro. En la reunión a puerta cerrada en Luxemburgo, la ministra española hizo una defensa apasionada de la necesidad de dar una señal con la que animar a Cuba a seguir con los cambios, algo que apoyaron tanto Francia como Bélgica.