El tirón de Obama ha durado dos años. La debacle tras el ‘Yes we can’, que llevó al primer afroamericano a la Casa Blanca, podría dejar paso hoy al peor revés para un partido norteamericano desde tiempos de Franklin Delano Roosvelt. Si se cumplen las encuestas, el Partido Republicano no sólo se hará el control de la Cámara de Representantes y el Senado de Estados Unidos, sino que en aquella ganará 60 asientos, 21 más de los que necesita para detentar la mayoría, un vuelco electoral que no se producía desde hace 68 años.
La envergadura del voto de castigo para el presidente se deduce ya de la valoración que hacen los votantes demócratas de su gestión: sólo un 39% cree que lo ha hecho bien, un porcentaje que baja aún más cuando se pregunta sobre la labor de la mayoría demócrata en ambas cámaras legislativas.
El éxito del partido republicano se debe a varios factores: la vuelta a sus principios, la situación económica, la capacidad para recaudar fondos para esta campaña y, sobre todo, lo mal que han planteado los demócratas la suya.
Si se confirman las previsiones, Obama, además de ver frenadas muchas de las reformas que había anunciado, podría verse obligado a empezar ya la campaña para la reelección, a falta de dos años para finalizar su mandato, pues los republicanos, con toda seguridad, aprovecharán su nueva mayoría para promocionar a un candidato que se haga con la Casa Blanca en 2012.
