El recuerdo que tenemos de cualquier suceso suele consistir en un esquema tipo que se actualiza con detalles del episodio concreto. De esta forma, nuestros recuerdos son generalmente como caricaturas de la realidad, donde ciertos rasgos sobresalen más que otros, que quedan borrados o muy desdibujados. Eso es lo que defiende los autores del libro Memoria de Testigos: Obtención y valoración de la prube testifical (Ediciones Pirámide 2010).
Cuando se nos pide que recordemos lo sucedido, de forma implícita se pide una historia coherente y completa del suceso. Es decir, que demos una fotografía a partir de la caricatura. Para llevar a cabo esta tarea debemos rellenar los detalles desdibujados o inexistentes del suceso que no almacenamos en nuestra memoria, asegura el mencionado texto.
Este relleno de las lagunas de nuestros recuerdos lo realizamos a través de inferencias que recogen información procedente de nuestros conocimientos y experiencias previas, y de información proporcionada posteriormente al suceso. Algunas de estas inferencias serán correctas, lo que dará como resultado que proporcionemos más información, sin embargo, otras serán incorrectas, de lo que resultarán distorsiones de la realidad. Así, las falsas memorias de los testigos presenciales son mucho más frecuentes de lo que pensamos.
Los doctores Davies y Loftus relatan un ejemplo de falso recuerdo muy divulgado en su momento: el accidente aéreo del vuelo 800 de la TWA, ocurrido en Estados Unidos el 17 de julio de 1996, donde murieron 230 personas. Entonces, algunos testigos describieron el accidente de modo que sus declaraciones parecían consistentes con un ataque de un misil al avión. Algunos investigadores y los medios de comunicación inicialmente compartieron esta teoría como posible causa del accidente. Sin embargo, las evidencias demostraron que el avión no cayó debido al impacto de un misil, sino por una chispa eléctrica que inflamó el combustible de los depósitos. Un análisis acerca de porqué algunos testigos mencionaban haber visto un misil indicó que la información podía proceder de sugerencias aceptadas por ellos, originadas por especulaciones sobre las causas del accidente.