Más movimiento de tropas. Esa es la respuesta de Corea del Sur al ataque de Corea del Norte. Esta mañana el gobierno de Seul ha suspendido el plan para reducir el plan para reducir el número de efectivos de la Marina en el Mar Amarillo y ha aprobado, en una reunión extraordinaria, otro para redoblar la presencia militar en la zona. Mientras esto sucede, las fuerzas armadas siguen en estado de máxima alerta en espera de la llegada de una dotación de buques de Estados Unidos, con el portaviones George Washinton al frente que, la semana que viene, se sumará a un ejercicio táctico “disuasorio” en aguas surcoreanas.
Al mismo tiempo, se sigue adelante con las evacuaciones y la reparación de los daños sufridos en la isla de Yeongpyeong, sobre la que cayeron los proyectiles que mataron a cuatro personas, dos civiles y dos militares y que dejaron sin casa a un número aún no concretado de familias.
Como medida de precaución, la mayoría de los 1.700 residentes fueron evacuados a la cercana ciudad portuaria de Incheon, otros han permanecido en la isla cooperar en la recuperación de los 22 edificios dañados durante el bombardeo y restablecer el suministro eléctrico.