El alcohol parece estar reñido con casi todo y, por supuesto, con ponerse tras el volante. No sólo el 37 por ciento de los fallecidos en las carreteras gallegas daban una tasa de alcoholemia superior a la permitida, sino que las bebidas alcohólicas están detrás de más del 31% de las muertes violentas y del 75% de los homicidios.
Y es una cuestión de perfiles, pero no a la baja, como estamos acostumbrados a pensar: en más de la mitad de los casos de muertes en las que se mezclaba coche y alcohol el conductor tenía entre 31 y 60 años. Y el 68 por ciento de las alcoholemias que dieron positivas sería consideradas delito, en alguno casos superando incluso los 3 gramos de alcohol en sangre, al límite del coma etílico.