7 de agosto de 1981. Estados Unidos. Quinto día de una huelga de unos controladores que pedían un aumento de sueldo, menos horas de trabajo a la semana, jubilación anticipada y que se les pague el retiro anticipado cuando se deba a problemas de salud causados por el trabajo. La situación se atajó por las bravas: 12.000 controladores aéreos despedidos y el espacio aéreo controlado por el Ejército. A las pocas horas el Gobierno estadounidense ya tenía encima de la mesa 25.000 peticiones de trabajo.
La orden la dio Ronald Reagan. Sin embargo, este plan de emergencia ya había sido diseñado por el ex presidente Carter y contemplaba el empleo de personal militar, la reducción a la mitad de los vuelos regulares durante un mes en las principales ciudades y el cierre de 58 torres de control para destinar unos 1.000 controladores en las zonas calientes. Ya en 1993, la Casa Blanca de Bill Clinton valoró la posibilidad de anular una orden que todavía seguía en vigor ante la petición de los sindicatos.
No fue el único país que tuvo que tomar medidas drásticas ante una huelga que en España ha dejado en tierra a más de 330.000 personas. En 1990 Portugal decidió también en un Consejo de Ministros urgente y extraordinario intervenir para impedir la huelga de 5 días que los controladores estaban gestando: aprobó un decreto de requisición civil, una decisión que deja sin efecto los conflictos laborales y que sólo se puede tomar cuando la situación puede acarrear un grave perjuicio para el país.
En el 95 es Venezuela la que militariza el espacio aéreo para acabar con la ralentización del tráfico aéreo que estaban provocando los controladores para conseguir mejoras laborales y en 2004 la República Dominicana sustituye a sus controladores por militares porque habían convocado un paro.