Tanto marear la perdiz e intentar forzar un aplazamiento le podría salir muy caro al Barça, que está forzando la máquina para llegar a tiempo a Pamplona y poder jugar a las 20 horas en el Reyno de Navarra. Tras coger el AVE hasta Zaragoza ha viajado en autobús hasta Pamplona, a donde ha llegado con poco tiempo de margen. Todo a pesar de que ha intentado por todos los medios aplazar el encuentro excusándose en el caos aeroportuario.
Los culés se negaban a desplazarse si no era en avión y querían que la Federación de Fútbol aplazara el encuentro a otra semana de diciembre para no perder los tres puntos. Entonces llegó el comunicado del Barça anunciando que el partido se disputaría el domingo a las 17 horas, la única alternativa, ya que no se iba a suspender la jornada cuando ya había equipos cubriendo grandes distancias por carretera.
Pero el Osasuna se plantó. Molestos ante las declaraciones de los catalanes mientras ellos no tenían comunicación oficial y después de haber estado trabajando durante 8 horas para retirar la nieve y acondicionar el terreno de juego, declaraban en su web que no entendían que hubiera “ningún elemento que justificada la modificación del día y la hora prevista para el enfrentamiento”.
Al final, los jugadores de Guardiola salieron de su trinchera y a las 16 horas comenzaban a recorrer los 500 kilómetros que separan Barcelona de Pamplona. La culpa la tuvo la manía del Barça de viajar el mismo día del partido, lo que les obligó a jugársela hasta las 13 horas confiando en que el conflicto de controladores y Gobierno se solucionase o a que les concedieran un aplazamiento. No ha podido ser. Viaje a contrarreloj que podría pasar factura.