La palabra más deseada para los oídos de muchos, aunque llega tarde para muchos otros. Después de 24 horas de pulso, el espacio aéreo español se abre de nuevo con 283 de los 293 controladores del turno de tarde a disposición del Gobierno, que ha decretado el estado de alarma para darle el control al Ejército y poder obligar a los controladores a trabajar, ya que en caso de no presentarse podría imputárseles un delito de desobediencia que acarrearía la pérdida de su trabajo y penas de cárcel de hasta seis años.
Ahora toca reprogramar los planes de vuelo, en los que se dará prioridad a los vuelos previstos y a las conexiones de largo recorrido, aunque la normalidad como todos la conocemos no volverá hasta casi finalizado el puente. La lista de afectados llega hasta los 600.000 en apenas dos días.
Dan el pulso por perdido
Mientras, los controladores se incorporan a sus puestos después de “rendirse” y tras una larga reunión con la junta directiva del USCA en la que “ha sido muy difícil convencer de que vuelva a una plantilla que está muy quemada”. Sin embargo, quieren dejar claro que son caros pero no delincuentes, por lo que han claudicado ante las ‘amenazas’ que han llegado en forma de carta explicando a cada uno la nueva situación.
Y, según explicaba el ministro de Fomento, José Blanco, las incorporaciones se han producido sin incidentes, con tan sólo alguna llamada de algún controlador que se encontraba de vacaciones y que quería notificar que no se podía incorporar a su puesto porque no podía coger un vuelo de vuelta. La única situación de tensión se ha vivido en Palma de Mallorca, donde la Guardia Civil ha entrado a punta de pistola en la sala de control para obligar a los 13 controladores que se encontraban en su descanso a sentarse delante del monitor.