ANTONIO ALBALADEJO/ Eso es lo que se preguntan sus familiares desde las 3 de la mañana del 19 de diciembre de 2008. Ese día el cuerpo de Ramón Ortega Quina, de 21 años, apareció ante una cabina de la rúa Torrecedeira, bocabajo, con un golpe en la cabeza y lesiones en las rodillas y en el pene.
Ningún vecino de la calle vio nada, aunque en una grabación de la TVG, que está en poder de la familia, una mujer asegura que su hijo estaba en el balcón a esa hora y sabe qué pasó. Pero su testimonio fue desechado por la Policía. El resultado de las autopsias difiere según quién lo interprete: en un caso se asegura que Ramón se cayó de espaldas desde una altura de un segundo piso sobre la cabina de teléfonos cuando intentaba llegar hasta el balcón, se golpeó en ella y acabó en el suelo, a unos dos metros de distancia de la misma, con el cuerpo hacia abajo; uno de los forenses concluye que cayó casi recto, se golpeó las rodillas y se dio de bruces contra la acera; y otro especialista dice que la caída fue completamente vertical y se dio con la cabeza contra el suelo; ninguno de los dos menciona la cabina de teléfono.
Para la juez que ha instruido el caso, como le dijo a la madre y la hermana de Ramón, “su hijo se cayó cuando intentaba escalar borracho y drogado” la fachada del edificio agarrándose a la instalación eléctrica.
El sumario constata lo evidente: o fue un accidente o fue un homicidio. En el mismo se detalla que el chaval se golpeó el lado izquierdo de la cabeza, las rodillas, el pene, que debía de estar fuera del pantalón en el momento del suceso, y se partió los dientes al impactar con las baldosas de la acera. Además constata que no hay ni hundimiento del cráneo ni rotura de vértebras.
La familia cree que Ramón estaba orinando cuando alguien le golpeó por detrás con tal fuerza que lo dejó en el sitio; cayó de rodillas, de ahí las heridas en las mismas, y luego de bruces contra el pavimento, lo que justificaría la rotura de los dientes.
La posibilidad de que fuese un homicidio está sustentada por la intervención de la Brigada de Investigación Científica, que se desplazó desde Madrid a Vigo para tomar datos y huellas en el lugar de los hechos, e interrogar a la ex novia del joven, que vivía justo delante de donde este apareció muerto. Eso sí, las pruebas, datos y declaraciones se recogieron tres semanas después de los hechos, “no ha podido ser antes, la Brigada está muy ocupada investigando el caso de Marta del Castillo”, un suceso que se produjo a 900 kilómetros de Torrecedeira.
Familiares y amigos se han manifestado hoy en esta calle, en el lugar donde murió Ramón, para exigir que se aclare qué le pasó. Sus protestas ya han logrado que se haya dado un primer paso: la Audiencia Provincial ordenó en julio, a la vista de las pruebas incluidas en el sumario, que se abriera su caso cerrado desde hacía más de un año.