La ley antitabaco ha descubierto a qué olemos. Los pubs antes cargados de humo ahora lo están de tufo a compañerismo. Los propietarios de estos locales han empezado a abonarse a los ambientadores de pared, de spray o, en los locales que disponen de ello, a aquellos que se colocan en las salidas del aire acondicionado.
Es otra de las consecuencias de la prohibición de fumar que saca a la gente a la calle y, de la que se queda dentro, lo peor de ella. Varios dueños de pubs han comentado a vigoalminuto que al olor a tabaco que antes flotaba en el ambiente, “ahora se ha sustituido por el del sudor, en muchos casos muy acusado”. La circunstancia se agrava porque “estamos en invierno, la gente viene abrigada y en si el local está “medianamente lleno” se caldea y empieza la transpiración.
En uno de ellos, el propietario anima a sus clientes, mediante un cartel, a usar el desodorante, “en general no decimos nada, la gente entra y sale a fumar a la calle y va entrando aire fresco, pero en algunos casos el olor es muy acusado y ya hemos tenido que pedirle a alguien que haga el favor de ponerse un jersey o la cazadora, porque el tufo era considerable”.
A ese característico olor corporal, “que se nota más si ya llevas muchas horas levantado y estás trasnochando”, se une el de la humedad. “Hasta ahora no se notaba, el humo del tabaco lo tapaba, pero cuando llueve la ropa se moja y entre que se seca y no se seca huele a humedad”, comenta Jose, “deja, no me pongas el nombre del local, no quiero cachondeo”. “Ese olor mezclado con el del sudor y el mosqueo de la gente por tener que irse a la puerta a encenderse en cigarro, espanta a la clientela. No es agradable estar tomando una copa y tener que aguantar el cante a sobacazo del de al lado”.
Él ha optado por dejar la puerta abierta y poner un ambientador en cada enchufe “también se come los olores la máquina del café, pero hay momentos en que la mezcla de todos se te hace pesada“. “Desde luego, ahora ya no huele como antes, parece que estás en otro sitio”. Sobre la ley antitabaco lo tiene claro “hasta ahora el que venía a un pub sabía que había humo, no se engañaba a nadie, así que lo de prohibir fumar aquí es una gilipollez”, cosa distinta, señala, es una cafetería, “entran niños y la mayoría de las veces los fumadores, salvo en el desayuno, son minoría, ahí ya es más razonable que no se deje fumar, pero para eso estaban los espacios para fumadores y no fumadores: unos no molestaban a otros”.