Haiti está peor que hace un año cuando un terremoto de 7,1 grados de intensidad arrasó el país matando a más de 225.000 personas, dejando más de 250.000 heridos y llevándose por delante el 70% de su Producto Interior Bruto y el 40% de sus viviendas. En este momento, según datos de la ONU, más de 810.000 personas siguen viviendo en campamentos de refugiados y 31.000 han sido realojados en casas de transición.
De los 22.000 millones de euros que numerosos países comprometieron en ayudas, no han llegado más de 1.100, apenas un 5% y sólo cabe la esperanza de que este año se cumplan los requisitos mínimos necesarios para le reconstrucción anunciados por Naciones Unidas: 2.400 millones de euros de los que sólo la mitad están financiados y la otra mitad comprometidos.
Hoy el coordinador humanitario de la ONU para Haití, Nigel Fischer, ha señalado que algunas cosas mejoran, el 95 % de los niños en las zonas afectadas por el seísmo que iban a la escuela antes de la tragedia han regresado a las aulas, y ha indicado que “en retrospectiva creo que podemos decir que de largo la respuesta inicial al terremoto fue un éxito“, aunque ha enfatizado que es “crucial para nuestro futuro” que se resuelva la crisis política que vive el país, ya que sigue sin conocerse el resultado de las elecciones presidenciales del pasado 28 de noviembre.
Fisher ha subrayado que las epidemias que se temía aparecieran tras el terremoto no se han desatado y ha indicado que el cólera, que ha matado ya a casi 4.000 personas, pese a no estar relacionado directamente con la tragedia, podría contagiar a 400.000 personas antes de finales de este año. “El cólera no tiene por qué matar“, ha enfatizado, aunque la tasa de mortalidad sigue siendo muy alta: el 2,2% de todos los afectados.