Arranca la tercera semana de protestas en Egipto y los ánimos no se calman. El anuncio de Omar Suleiman, el ahora vicepresidente, de un plan para transferir el poder no ha conseguido disminuir el ruido en las calles ni el número de manifestantes que se acercan hasta la plaza de la Liberación para pedir que Mubarak deje el Gobierno ya tras 30 años ejerciendo de presidente en esta dictadura amable.
Aunque algunos comerciantes vuelven a abrir sus puestos en zocos vacíos y sin turistas tras semanas de paro “porque se acaba el dinero y hay que comer”, el país se levanta para protestar por lo que considera como una manera de ganar tiempo para que Mubarak no tenga que dimitir de forma inmediata, como le pidió Obama, sino que pueda estirar el proceso hasta septiembre, como tenía previsto.
Si las imágenes que llegan desde Egipto ya impresionaron en las últimas semanas a medio mundo, es ahora cuando comienza la manifestación más multitudinaria, con miles de personas que llegan de distintas partes del país y acampan en pleno centro del Cairo porque no se fían de las reuniones entre Suleiman y la oposición. El vicepresidente ha prometido no tomar represalias contra los manifestantes.