“Esto no era lo que nos dijeron que iba a pasar”. Es lo que ha comunicado el presidente de Estados Unidos, Barak Obama, tras conocer la decisión de Hosni Mubarak de aferrarse al cargo y no dimitir después de que durante las últimas horas lo único que se escuchaba en El Cairo y en el resto del mundo era que el presidente dejaría al fin el cargo. Desilusión entre los miles de manifestantes que se encuentran en la Plaza de la Liberación, que veían cómo se escapaban lo que podía ser los primeros pasos hacia una democracia tras 30 años de dictadura.
El mandatario egipcio, en un discurso en la televisión pública, reiteró su determinación de mantenerse en el poder hasta que se convoquen nuevas elecciones en septiembre porque se considera “padre” de los ciudadanos egipcios. “No voy a salir del país en este momento difícil y voy a apoyar a cualquiera que quiera apoyar a Egipto”, aseguró. Eso a pesar de las presiones internacionales.