La lucha por la democracia se está extendiendo como la pólvora. Lo que comenzó como una revuelta civil para derrocar a Ben Ali en Túnez se contagió a Egipto y ayer los ciudadanos celebraban la huida de Mubarak después de 30 años al frente del Gobierno. Ahora le toca el turno a Argelia, donde las fuerzas de seguridad han intentado dispersar por la fuerza a la primera manifestación convocada en contra de Abdelaziz Buteflika, presidente del país desde 1999.
Numerosos detenidos, entre ellos políticos de la oposición, después de que la policía arremetiera con palos contra los participantes de una manifestación no autorizada que partía del centro de Argel, capital del país, y en la que los participantes consiguieron romper el cerco policial que se había establecido, que incluía la anulación del transporte ferroviario, el cierre del tráfico, de calles y de acceso a diversos lugares.
Fuentes oficiales hablan de 30.000 policías llegados de distintos puntos del país para controlar Argel con camiones con lanzadoras de agua a presión, tanquetas, todoterrenos y metralletas en la mano, sobre todo alrededor de los edificios oficiales. Y es que los argelinos tienen muchas esperanzas puestas en estas protestas: desde que comenzó la revuelta en Túnez 25 personas se han intentado quemar a lo bonzo, el personal sanitario se ha declarado en huelga, desempleados han cortado carreteras y protagonizado enfrentamientos policiales y los estudiantes ya han convocado acciones de protesta para esta semana.
Vuelta a las calles
Hacía 11 años que el país no vivía una gran manifestación. Fue el 14 de junio de 2001, cuando centenares de miles de manifestantes tomaron las calles de la capital para protestar por la represión de la Cabilia, una manifestación que acabó con graves enfrentamientos y disturbios que se saldaron con 2 muertos y centenares de heridos. A partir de entonces se prohibieron las manifestaciones en la capital argelina.