Reproducimos a continuación un texto de Bandicoot Crash publicado en burbuja.info con una amplia reflexión sobre la burbuja inmobiliaria y la sociedad española…
Cuando quise poner en peligro a mi familia por un puñado de ladrillos me di cuenta de que no tenía ni remota idea de lo que era el Euribor o el IPC; conceptos como interés, rentabilidad o cláusula suelo eran extraterrestres para mí. Por aquel entonces creía que los pisos nunca bajaban e incluso me planteaba votar al Partido Popular pese a que Rajoy me daba asco, pues más asco me daba aún Zapatero y siempre ganarán uno de los dos, pensaba.
Como me gusta leer opiniones de personas antes que de periodistas siempre tecleo en Google: “foro loquesea” para informarme. Puse foro inmobiliario y llegué aquí. Varios meses después estoy imprimiendo otras doscientas pegatinas de todos los tamaños y colores con todo tipo de lemas subversivos contra La Casta. No es mucho, una persona no puede cambiar nada, pero me relaja.
Fue esta foto y esta lo que me hizo despertar. La chispa adecuada. Pero podría haber sido cualquier otra cosa.
Te vas a dormir pensando que vives en un mundo democrático de PS3 y Cristiano Ronaldo y a la mañana siguiente estás buscando tutoriales para hacer cocteles molotov en internet para cuando la cosa se lie, y deseas que se lie. Y se va a liar porque somos muchos.
Porque aunque siempre lo has notado ahora sabes lo que es, ese pequeño olor persisente en el vacío de tu nevera, ese olor putrefacto que sale de cada repleta sala de espera de hospital, de cada terminal de aeropuerto vacía, de las miradas avergonzadas de los mendigos, de los velos integrales y de las sillas vacías de ayuda tras los mostradores del INEM con abrigos colgados a modo de único testigo mudo. Se llama corrupción y dictadura, partitocratica sin futuro a la vista.
Hasta las ondas de radio parecen oler a mierda al percatarte de que estás enredado en una maraña de hilos que mal manejan cada faceta de la sociedad. Quieres ser tan libre como un egipcio y lo eres tanto como un marroquí.
El efecto de la pastilla azul anula todos los efectos de la roja, no hay vuelta atrás. Cifra lo sabía y ahora lo sabemos nosotros.
Un día de insomnio sin motivo aparente estás viendo Gran Hermano y mientras Susi le dice a Joni de cama a cama algo sobre la depilación genital lees un mensaje: “El PPSOE nos gobierna, ¿vivimos en democracia?”. A un redactor se le ha pasado censurarlo y ha salido durante 10 segundos. 1.000 personas lo han visto, puede que 10 de ellas tengan su chispa.
Varios días despues 400.000 personasescuchan a un oyente en Onda Cero que iba a hablar sobre el maltrato animal hacer un speech de 15 segundos sobre la corrupción de La Casta que es interrumpido por la locutora a grito de “ese no es el tema de hoy, perdone, pero hay que dejar espacio al resto de oyentes” . El 80% no cree en Zapatero, el 79% no cree en Rajoy, las chispas son ya lejanas bengalas desde barcas de salvamento.
La Bestia comienza a perder hemoglobina y necesita una seria transfusión de ignorancia en las venas de los vasallos a los que, hasta la llegada de internet, tan fácil les resultaba sangrar. Ante el fracaso de la desinformación llega el entretenimiento para descerebrados.
Pero para sorpresa de Goebbels la gente tiene más hambe de cultura que de aquelarre español. Y los realitys y cortinas de humo fracasan y se disipan en la lejanía del horizonte como los Chemtrails.
Puede que suene exagerado pero desde que me he desprogramado T5, T7 y La Sexta he descubierto que soy fanático de Vivaldi y de los libros de Isaac Asimov. Y he descubierto que internet ha multiplicado por mil la cultura de cada día más y más gente. Por mucho que el Ministero de Cultura -Minicul- se empeñe en despojarnos de la libertad de leer a Goethe a golpe de multa.
Terror de La Bestia al cotizante Ilustrado. Comienzan las Lindes y las Sindes. Las prohibiciones, los juegos de manos, las chisteras y los conejos etarras fumadores jugadores del Real Madrid que no evitan que la clase política sea el tercer problema para los españoles. Tienen miedo de no ser solo El Mundo y El País.
Nuevas Leyes audiovisuales encaminadas a evitar que otras formaciones políticas reciban minutos catódicos se cuelan en el ámbito privado con una pátina de censura franquista. Nuevos tiranos, viejos métodos.
Pero ya es tarde señores Rubaljoys.
Cien mil nuevos focos de opinión quedan libres de su control cada mes sin previo aviso y ustedes no pueden parar el cambio. Sus constantes ataques a internet y la libertad solo hacen que enfurecernos más y más, ya no engañan a casi nadie ni con once 11 eMes.
Un político sobrino de un alcalde cuyo oficio consistía en viajar a Hollywood con el dinero de cien mil espinazos atacados por dorsalgia es agredido sin que encuentren culpables; no hay testigos entre las decenas de vecinos que esbozaban carcajadas tras los visillos. Comienzan a quemarles las corbatas a los Ministros y saltan chispas de sus portatiles. Huele a quemado en la sociedad civil y ni un ejercito de cibervoluntarios -hijos de diputados y juventudes del PPSOE en su inmensa mayoría- son capaces de disimular el olor a Victoria.
Preguntándose porque no tiene dinero para llenar su depósito de gasolina un cañí ex albañil en paro al que un ineficiente sistema educativo no ha querido motivar para nada más que para hacer la maseta del hormigón, da con un foro de automoviles llamado Forocoches. En lugar de alerones encuentra cientos de memés y fotos rellenandole cada uno de los agujeros del cuerpo a Alejandro Sanz por apoyar una ley que le impedirá disfrutar del único vicio que puede permitirse con los 426€ que se le acaban en febrero: ver la última temporada de Dexter. Descubre que Alejandrito cotiza entre Miami y Liechesten y por el camino da con la plataforma Ponte en pie. Días más tarde 4 millones y medio de espectadores ven como expulsan a un joven del público del Diario de Patricia por levantarse en medio del programa con una camiseta que reza “Generación Ni-Ni: Ni PSOE Ni PP”.
Estas son nuestras metralletas; porque palos y piedras pueden quebrar los huesos pero con nuestras palabras podemos incendiar un Gobierno. Y si todo falla siempre está la maleta claro, pero nuestros abuelos saben bien que pesa mucho más cuando te vas sin luchar.