Hora y media de un inesperado discurso televisivo en el que ha quedado claro que por su mente no pasa la opción de dimitir y huir del país, como ya hicieran Ben Ali o Mubarak. Aunque sus palabras han sonado sospechosamente parecidas a las que dijo este último antes de abandonar Egipto con todo el patrimonio que podía. Muamar el Gadafi ha asegurado, hablando de sí mismo en tercera persona, que es “el líder de la revolución y eso quiere decir: sacrificio hasta el final”, una defensa férrea de sus creencias revolucionarias poco aperturistas en la que ha instado a todos los libios que le amen a hacer frente “a las ratas que siembran los disturbios”.
En las ruinas de una de sus casas en Trípoli bombardeada por los Estados Unidos en 1986, el dictador de Libia desde hace 40 años ha levantado la veda contra un “grupúsculo de jóvenes que han tomado drogas y han atacado varias comisarías y cuarteles”, que no conocen la historia y que se dejan llevar por algunos medios de comunicación “retrógrados y traidores que trabajan para el diablo”. Contra ellos y contra los opositores, que ha advertido que serán ejecutados cuando mañana el Ejército tome el control del país.
Medidas desde España
Mientras, el Gobierno español ya tiene preparado un avión militar para evacuar a los 90 españoles que permanecen en este momento en Libia en medio de la revuelta, aunque el aterrizaje en el aeropuerto de Trípoli en este momento es inviable. Por su parte, Repsol ya ha anunciado que ha suspendido todas sus operaciones en el país, donde tiene cerca del 4% de su producción y una veintena de trabajadores.