Lo dice la revista Forbes, que ha publicado su nuevo listado con las mayores fortunas del mundo, entre los que figuran, para sorpresa de todos, cien magnates del ladrillo que no saben lo que son las vacas flacas a pesar de la gran crisis inmobiliaria que se está viviendo a nivel mundial. El primer español en la lista, Amancio Ortega, que escala puestos y afronta la jubilación con 22.300 millones de euros en su cuenta corriente, casi el triple que hace un par de años. Tercer año consecutivo como uno de los 10 mayores milmillonarios del mundo entre los 1.210 del ranking.
Aunque la sombra de Zara y su imperio Inditex es muy alargada: Pablo Isla, el que controla ahora el imperio de Ortega, ya ocupó el octavo puesto en 2007, bajó al 22 con el comienzo de la crisis y se encarama al noveno el año pasado, con 25.000 millones de dólares.
En el lado opuesto, el dueño de Ikea, Ingvar Kamprad. A sus 84 años ha pasado de los 15 primeros puestos al 162 tras el pago de impuestos. Con una de sus sociedades el sueco aprovechaba que vive en Suiza desde 1973 para desviar un 3% de la facturación de Ikea a paraísos fiscales de Liechtenstein y Luxemburgo. El resultado: su patrimonio ha pasado de 12.200 a 4.200 millones de euros.
El negocio del ladrillo
De los 1.210 millonarios de la lista, casi un centenar de ellos se dedica al negocio del ladrillo. El primero de ellos, en el puesto 23, la familia Kwok, de Hong Kong, una ciudad en la que viven 13 de los multimillonarios más ricos del sector, entre los que se encuentran 25 estadounidenses, 16 chinos, 10 británicos y 7 indios. Para llegar a un español hay que bajar hasta el puesto 376, donde se encuentra el gallego Manuel Jove con 3.000 millones tras la venta de Fadesa a Fernando Martín en lo más alto de la burbuja inmobiliaria. En el 879, el valenciano Enrique Bañuelos, con 1.400 millones.