JOSÉ MANUEL PENA/ ¿Qué imagen estamos ofreciendo, como país libre y democrático, ante los cientos de musulmanes que viven entre nosotros si no somos quienes de respetar su libertad ideológica, de culto o sus tradiciones? Parece que la mayoría somos de memoria frágil y ya no recordamos a nuestras abuelas, incluso algunas madres, que cuando quedaban viudas se cubrían la cabeza con el velo y ropa negra hasta los pies. Pues no hace muchas décadas de esa tradición que ahora nos parece un símbolo de sumisión de la mujer.
¿Por qué no prohibimos o sancionamos a jóvenes que van al colegio con la cabeza rapada o con cresta, aquellos con pearcing en la nariz, en la lengua o en la ceja? ¿No, claro? Sancionamos a chicas musulmanas que llevan, libremente, velo islámico o hiyab y aún alardeamos de considerarnos tolerantes, cultos y demócratas. Si realmente queremos vivir en una sociedad plural, como la actual, debemos respetar a los demás en sus creencias o tradiciones si también queremos que ellos nos respeten.
Por ejemplo en la India las vacas son animales sagrados y se pasean libremente por los pueblos y ciudades, en cambio aquí nos sirven de alimento, bebiendo su leche y comiendo su carne. Algo similar ocurre con los musulmanes que no comen carne de cerdo y en Galicia aprovechamos todas las partes del marrano y bueno que está. Cada cultura y tradición merece un respeto siempre, cuando no lesionen los Derechos Humanos y se ejerzan de manera libre y consecuente con unas ideas y convicciones personales, lo demás es tratar de imponer o prohibir algo a la fuerza sin razón lógica.