Las mismas han sido detectadas por varias estaciones de observación de la Organización del Tratado de Prohibición Completa de Ensayos Nucleares, perteneciente a la ONU y que dispone de 63 estaciones a lo largo de todo el globo, una de ellas en Reikiavik. Desde ellas se ha constatado que las partículas han atravesado el Pacífico y llegado al Atlántico a través de Norteamérica. Estas estaciones pueden recoger cantidades muy pequeñas de partículas radiactivas, en este caso se trata de isótopos de yodo, aunque responsables de dicha organización han aclarado que las mismas no implican riesgo alguno para la salud.
Al tiempo que se ha conocido esta noticia, se ha sabido que no es el primer caso que se detecta: el Departamento de Energía y la Agencia de Protección del Medio Ambiente de Estados Unidos confirmaron a finales de la semana pasada que en California y el estado de Washington se habían hallado unas cantidades “minúsculas” de radiación procedentes de la central de Fukushima-1, exactamente, aclara el mismo “esa cantidad era una millonésima parte de la radiación que recibe normalmente una persona de fuentes naturales como rocas, ladrillos o el sol”.