JUAN MANUEL VIDAL */
Y qué importa…???
…si no somos?
…si estamos aquí?
…si clamamos algo?
…si nadie nos escucha?
…si no nos hacen p. caso?
…si tu sonrisa ya no brilla?
…si tu pareja ya no te quiere?
…si los contratos no se cumplen?
…si la corrupción no es perseguida?
…si los bancos nos cierran el crédito?
…si somos ajenos al dolor del vecino?
…si entramos en una guerra por antojo?
…si la prestación por desempleo se agota?
…si los consumidores no somos escuchados?
…si los políticos ignoran nuestras propuestas?
…si la miseria se extiende como mancha de aceite?
…si los empresarios olvidan que tenemos obligaciones?
…si las televisiones no respetan los horarios infantiles?
…si las manifestaciones no tiene el eco esperado?
…si los ayuntamientos se endeudan mucho?
…si no nos levantamos contra la opresión?
…si a algunos solo les importa su verdad?
…si las centrales sindicales no protestan?
…si las listas de espera no se abrevian?
…si las pensiones no llegan al día 30?
…si los ricos miran para otro lado?
…si no hay trabajo para jóvenes?
…si los sueldos no dan de sí?
…si nada es de verdad?
...si tú ya no estás?
…si Dios existe?
…si soy…?
Si…
…cuando
creemos tener
todas las respuestas,
el universo nos juega una
mala pasada y nos cambia las
preguntas, incrementando las dudas.
Quizá sea el ocaso de una era, que se
extingue como los dinosaurios, pero que
parece no dar su brazo a torcer, que no
termina de exhalar para dar paso a
una nueva etapa, porque no cree
que su final se precipite por
ahora sino que siga dando
boqueadas de aliento:
pero ya es la hora
de cambiar. Yo
me pierdo en las circunvoluciones de mi cerebro;
escalo las montañas de la incertidumbre;
atravieso el desierto de mi ignorancia;
busco y no encuentro las claves;
cruzo el valle de mi desidia;
orado la cueva del mal;
pero nada.
Si algo
hubiere,
se muestra
como un misterio sin fin;
como un laberinto repleto de
quiebros y requiebros a cual más
confuso y tenebroso, sin salida urgente;
preciso aportar más luz ante las tinieblas:
necesito saber por qué, cómo, cuándo y dónde.
Pensaré, esperaré y ayunaré,
como el Siddharta de Hermann Hesse,
pero ni con todo el nivel de abstracción
lograré tanta verdad como mirando al infinito,
sintiendo que…a casi nadie le importa
cuanto sucede. Quizá resida ahí…
el centro de la felicidad.
*Juan Manuel Vidal es sociólogo y periodista