Más de 13 millones y medio de euros, cada uno. Esa fue la retribución que recibieron el año pasado el presidente de Telefónica, su consejero delegado y el responsable de la empresa para Iberoamérica. A esas cantidades hay que sumar otras, aún desconocidas en concepto de retribuciones varias, como dietas y asistencia a consejos de administración.Ello no iría más allá del estupor en un país que se encamina a los 5 millones de parados y en el cual su ministro de Trabajo y los sindicatos piden moderación salarial; pero es que hay más: la compañía, que en 2010 tuvo los mayores beneficios de su historia, más de 10.000 millones de euros, ha anunciado un Expediente de Regulación de Empleo (ERE) para el 20% de la plantilla, lo que supone poner en la calle a 5.600 trabajadores.
Mientras esto pasa, la Junta General de Accionistas podría aprobar que sus 1.900 directivos se repartiesen 450 millones de euros (aproximadamente 7.500 millones de las desaparecidas pesetas, para los que sigan contando con ellas) o, dicho de otra manera, casi 4 millones por barba, si el reparto fuese equitativo, que no lo es ya que se hace en función de la importancia del puesto que desempeñan.
