Aquí los profesores no los elige ni el director, ni el de recursos humanos ni el resto de colegas: a los docentes los contratan los propios alumnos. Ocurre en un colegio de Oxford, en la escuela Cherwell, donde los profesores tienen que enfrentarse a una clase de prueba que los alumnos evalúan haciendo comentarios por escrito al final de la lección.
Pero la voz de los estudiantes en la plantilla de la escuela va más allá del cuerpo docente: los aspirantes a los puestos de clase gerencial deben enfrentarse a una entrevista conducida por un grupo de estudiantes de 13 años en adelante y por un grupo de adultos, que se reúnen antes para decidir qué preguntas se le plantearán al candidato.
El objetivo de la dirección de este centro escolar de Inglaterra es que para ser un buen profesor no llega con tener un currículum espectacular, sino que hay que ser hábil en el aula y conseguir ganarse a los estudiantes. Además, aseguran que los jóvenes detectan cosas que a los adultos se les escapan.