Por exceso o por defecto, pero la realidad es que los currículos que llegan a manos de los responsables de recursos humanos tienen una parte de verdad y otra de ficción. Algunos porque exageran dotes, otros porque las ocultan, algo muy de moda ahora que el paro entre los jóvenes ha llegado al 40%. Por eso son muchas las grandes compañías que se encomiendan al polígrafo en busca del candidato perfecto.
Sin embargo, esta máquina que mide variables como la frecuencia cardíaca y la electricidad de la piel, no se considerara legalmente fiable en muchos países. Aunque hasta ahora el polígrafo se utilizaba casi en exclusiva por agencias de inteligencia y empresas de seguridad, ahora ya se venden por unos 9.000 hombres a clientes privados pensando para descubrir casos de robo, infidelidad, acoso… o entrevistas de trabajo. Sin embargo, en España no hay una legislación que regule el uso del polígrafo para cuestiones de recursos humanos.
Desde hace años muchas empresas españolas la utilizan por un coste de unos 700 euros la sesión, aunque el sistema judicial no lo reconoce como una prueba válida por considerar que tiene poca fiabilidad técnica. Las condiciones para utilizarlas en entrevistas de trabajo son claras: no invadir la intimidad de las personas. Nada de preguntas sobre su vida sexual, su orientación política o su religión. La prueba en teoría es voluntaria y cualquier dato obtenido tiene que mantenerse bajo la Ley de Protección de Datos para garantizar la intimidad de las personas.