Solidaridad dentro y fuera de casa. Si en las distintas localidades todos los ciudadanos están arrimando el hombro para hacer que las miles de personas que se concentran en 57 puntos de España sobrelleven mejor la protesta (en Vigo repartían comida, bebida y helados para combatir el calor; en Madrid una empresa ha donado cuatro cuartos de baño portátiles…), fuera de nuestras fronteras se está gestando una nueva ‘spanish revolution’. Países como Inglaterra, Francia, Alemania, Italia, Bélgica, Colombia, Argentina o Portugal han sido convocados a través de las redes sociales para participar en una sentada pacífica a las 20 horas, para cuestionar el sistema político y social actual pero con el mayor respeto posible.
La semilla de la revolución de mayo está prendiendo en el resto de los países europeos, donde estas concentraciones ya se conocen como la primavera española, emulando a las revueltas árabes que acabaron derrocando a algunos gobiernos y que pusieron en pie de guerra a otros. Y los medios de comunicación llenan sus portadas con las fotos de una abarrotada Puerta del Sol de Madrid.
Ya hay pasos a seguir
El último de los acuerdos a los que han llegado los ciudadanos “cabreados” que protestan en los distintos puntos de España es la sentada permanecerá de forma indefinida, en principio por lo menos hasta el día de las elecciones, a pesar de lo que digan las distintas Juntas Electorales. La plataforma ciudadana está trabajando en un programa con 24 medidas concretas, como el cambio de la ley electoral con listas abiertas y escaños proporcionales al número de votos, para canalizar el descontento generalizado y las reivindicaciones de los españoles.
Pero no son las únicas demandas de estos jóvenes, trabajadores, parados, precarios y ciudadanos cabreados en general con la situación: quieren una vivienda digna, como reconoce la Constitución española. Y para ello piden una ley de suelo, un alquiler social universal y la cancelación de la hipoteca en caso de embargo, un salario mínimo de 900 euros, rescates financieros a las familias y no a los bancos o la prohibición de las empresas de trabajo temporal.