No hubo sorpresas. El socialista Abel Caballero era elegido alcalde de Vigo por segundo mandato consecutivo, algo poco frecuente en una ciudad en la que los alcaldes tienen fecha de caducidad y en la que calentar el asiento de la Alcaldía es casi sinónimo de irse a la oposición en las siguientes elecciones. Y lo hizo además con unos datos que lo dejan como la única ciudad de España en la que el grupo socialista ganaba peso y en la que el PP perdía votos, datos que sirvieron de arma arrojadiza para todos los bandos.
Caballero se invistió de nuevo como alcalde respaldado por los votos de un BNG que se mantendrá en la oposición, pero que será, según palabras de Caballero, el “grupo de referencia para el acuerdo”. Eran algunas de las últimas flores de un pleno de investidura celebrado en el Auditorio Municipal en el que el cruce de buenas palabras y acusaciones no dejó de oírse en la hora y cuarto que duró el acto. Casualidades de la vida o designios del DNI, fue el propio Caballero el que llevó la batuta de una investidura al ser el presidente de la Mesa de Edad, por lo que cedió “el privilegio” de poner las cartas del PSOE sobre la mesa a su número 2, Carmela Silva.
Hasta contra los molinos de viento
Tras jurar su cargo ante la Constitución por riguroso orden alfabético y antes de la elección del nuevo alcalde a mano alzada, los partidos políticos tuvieron la oportunidad de hacer una nueva declaración de intenciones, para algunos un último intento de dar la vuelta a las cosas. La primera oportunidad, para el BNG, que quiso recordar al alcalde durante una intervención de 7 minutos que sus tres votos no eran “un cheque en blanco” .
Desde la oposición tras escuchar “el mensaje de la ciudanía”, Santi Domínguez aseguró que “en esta nueva etapa debe ser la fuerza que ganó apoyo social la que debe gobernar en solitario” pero dejando claro que los nacionalistas no obstaculizarán el Gobierno de la ciudad “pero plantaremos cara si no se atienden a las necesidades de los ciudadanos. Seremos beligerantes contra todo lo que anteponga los intereses personales y partidistas al bienestar de los ciudadanos”.
Estarán en la oposición pero “con el mismo sentido de aportación a la ciudad que en los últimos cuatro años, con lealtad y responsabilidad”. Y ahí llegó un nuevo toque de atención a los socialistas: “Fuimos los artífices de un gobierno estable, ahora gobernarán en solitario entendiendo que están en minoría y que tendrán que llegar a acuerdos”. Puyas también para el PP: “Esperamos que el PP haya entendido el mensaje de las urnas y que actúen en la oposición con lealtad a Vigo. Si no cambian de actitud también nos encontrarán en contra. Tienen que dejar de ser cómplices de los recortes sociales y las privatizaciones del Gobierno autonómico. Los 3 votos del BNG van a evitar que el PP extienda este tipo de políticas a Vigo”, sentenció Domínguez antes de agradecer su trabajo a los tres concejales que se quedan fuera en esta ocasión: Xesús López, María Méndez y Eudosio Álvarez.
Las cosas bien hechas del Gobierno de coalición
Los datos fueron el principal baluarte del PSOE durante su discurso, el ‘castigo’ al PP frente al premio por la “extraordinaria gestión realizada por un gobierno compartido con el BNG. Ofrecimos la gestión como principal argumento político frente a la dialéctica vacía y a los que decía que no a Vigo. Los ciudadanos dijeron sí a las cosas bien hechas”, puntualizó Carmela Silva en la intervención más larga, 11 minutos. Un Gobierno que afrontan ahora en minoría con la “legitimidad con la que se forja un nuevo mandato con ideas ambiciosas para hacer de Vigo una ciudad más moderna, justa e igualitaria. Y estamos decididos a dar lo mejor de nosotros mismos para continuar con esa transformación en los social, económico, humano, dotacional… que mantendrá abiertas las puertas del futuro”.
Según Silva, “Abel Caballero representa una forma de hacer política: la voluntad de resolver injusticias haciendo políticas sociales y locales. Hoy para nosotros es un orgullo que los vigueses crean en la fuerza de la verdad de los hechos, que hablan por sí solos, y que cierran la puerta al pasado y a políticas sumisas”. Silva aprovechó para reconocer el trabajo del BNG en estos cuatro años de Gobierno bipartito que facilitaron este gran “progreso”. “Tendremos siempre la mano tendida para poner por delante los intereses del pueblo a los propios. Que sepan que haremos todos los esfuerzos necesarios para que Vigo camine hacia adelante”, fue el guiño final a los nacionalistas.
Los eternos ganadores
Los populares lejos de sentirse los perdedores de la jornada reivindicaron su derecho “legítimo” de gobernar al tener el voto de “casi 43 de cada 100 vigueses”. Por eso, en un acto de “responsabilidad”, Corina Porro reclamó el acceso del PP a la alcaldía en un discurso que duró 9 minutos y en el que hizo hincapié en que el gobierno del bipartito fue un acuerdo “entre dos fuerzas con idearios diferentes y distintos que se unían para arrebatarle el Gobierno al PP: un pacto para gobernar cuatro años que hoy se materializa en una alianza puntual para impedir el acceso al poder de la fuerza más votada”.
Muy nerviosa y abucheada a mitad de discurso, Corina Porro, que no ha desvelado si se mantendrá en la oposición los próximos cuatro años, ha lamentado que los votos del BNG sólo sirvan “para que otros no gobiernen”. “No hay una mayoría sólida ni un acuerdo estable: pasamos de un bipartito mal estructurado a un monopartito débil. Vigo es la ciudad más inestable políticamente de Galicia y de España. No quería yo para mi la responsabilidad a la que se enfrenta ahora el Gobierno municipal”. Asegurando que ese 43% de los votos no son un trofeo para colocar en la vitrina, sino un compromiso con la ciudad, desde la oposición está dispuesta “a arrimar el hombro, pero también ser implacable con los proyectos inútiles e irrealizables. Vigo no se va a recuperar con maniqueísmos”.