Punto y final a los rumores sobre su sexualidad que llevan merodeando a Alberto de Mónaco toda la vida: a sus 52 años ha demostrado que es príncipe y no reina y se ha casado con la exnadadora Charlene Wittstock en la ceremonia civil en el Palacio de los Grimaldi que antecederá a la religiosa que se celebrará mañana a primera hora de la tarde.
Si la novia estaba nerviosa el encargado de oficiar la ceremonia terminó de rematarla al recordarle que no sólo se casaba con un hombre, sino que lo hacía con todo un país. A punto ha estado de echar a correr, sobre todo después de que estos días se rumoreara que estuvo a punto de cancelar la boda tras la aparición de dos nuevos hijos ilegítimos de Alberto de Mónaco. Minutos después, con el sí del futuro rey, Wittstock se convertía en la princesa del pueblo.