No, no es una película de Hitchcock ni pretendemos acongojar a nadie, sobre todo teniendo en cuenta que generan odio, asco y miedo a partes iguales entre la población. Pero un estudio realizado en un parque de París ha demostrado que las palomas que viven en espacios urbanos son capaces de reconocer los rasgos faciales de las personas y diferenciarlas.
El experimento consistió en infiltrar a dos investigadores en el centro de París para alimentar a las palomas en dos actitudes distintas: mientras uno permanecía tranquilo el otro se mostraba agresivo. Cuando la prueba se volvió a repetir con los investigadores comportándose de manera idéntica, las palomas reconocieron al agresivo y no se acercaron a él ni por toda la comida del mundo.